El problema es que la gente promedio no anda buscando altura moral, sino soluciones a sus miserias cotidianas. Las condiciones de vida se han deteriorado mucho desde que terminó el súper ciclo del cobre hace un par de años. La deuda de los hogares es asfixiante. Ahora el precio de los alimentos pone alta presión social.
El asunto de fondo detrás de esto es que el FA no tiene proyecto político para articular alguna respuesta a esas cuestiones que son materiales y que implican tocar de forma seria la estructura económica-elitaria del país. Por eso se agarran de estos moralismos para salvar los muebles.